ANOREXIA Y BULIMIA

ÍNDICE


INTRODUCCIÓN

La definición de salud ofrecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), constituye un buen punto de partida a la hora de hablar de los  trastornos de la conducta alimentaria; al presentar a la salud como "el estado de completo bienestar físico y mental", y no sólo como la ausencia de enfermedad.

Huyendo de conceptos clásicos de la salud y aproximándonos a un concepto más funcional y epidemiológico de la misma, la salud puede ser entendida como una variable dependiente de los siguientes factores o variables independientes : factores biológicos, hábitos de vida, nivel socio-económico, entorno o medio ambiente, además de la interacción con los servicios sanitarios. Esta manera de conceptualizar la salud es especialmente útil para orientar el análisis de problemas de salud y de sus condicionantes, así como la identificación y selección de intervenciones para la mejora continua de la salud de la población.

Sin embargo, la salud debe ser situada en un contexto más amplio, en el que intervienen otros factores no citados hasta ahora, como son, además del físico y mental, el emocional, espiritual, social e intelectual.

Atendiendo a esto, podemos reflexionar en que los cambios en la cultura han ido modificando nuestras vidas de forma significativa, aportando numerosas ventajas como los avances científicos y tecnológicos, y también algunas desventajas.

El avance en las comunicaciones ha contribuido a la globalización de la cultura y a una mayor influencia de los medios. El exceso de información referente a hechos de la vida cotidiana trae aparejado un déficit de información sobre aspectos más relevantes. Ha habido un cambio en los valores tradicionales transformando nuestras culturas, centrando la atención en la satisfacción de deseos materiales y en el vivir el momento. Con esto nace un mundo virtual, de imágenes, en donde no se envejece, no hay sufrimiento, y siempre se es hermoso.

Las políticas de mercado libre posibilitan la creación de un mundo propio en donde todo puede ser obtenido.

 La forma en que la sociedad responde a este cambio en la cultura es poniendo mayor énfasis en el cuerpo delgado, la obsesión por la belleza, el culto a la imagen, el mayor consumo y la satisfacción personal.

Por otra parte, debemos señalar, que también ha habido cambios en la familia. El concepto de la misma se ha modificado debido a la inestabilidad en los lazos y al mayor número de familias monoparentales.

Las estadísticas demuestran que en España ha habido en los últimos años un aumento importantes en el número de separaciones y una baja en matrimonios. A esto hay que unir que las uniones son precarias y la familia se va haciendo cada vez más frágil.

Estas circunstancias hacen que la persona se vaya encerrando en sí misma y que se produzca un cambio en el crecimiento individual que unido a una mayor violencia, una menor comunicación y un aislamiento social, hacen que aumenten las adicciones, adicciones en las que tendrían cabida la Anorexia y la Bulimia.

Hay que decir, que la Anorexia y la Bulimia siempre han existido pero no con la prevalencia que existen  hoy.

Las primeras referencias que conocemos de estos trastornos datan del siglo XIV, y un ejemplo fue la hija del rey de Portugal que ayunó y rezó a Dios para que le quitara la belleza con el fin de ahuyentar la  atención de los hombres.

En siglos posteriores ya se menciona la internación de pacientes y la consideración de que éstos debían ser alimentados en intervalos regulares y por personas que no fueran de su entorno familiar y que no tuvieran además control moral sobre ellos.

Los criterios diagnósticos que se utilizan en la actualidad para la Anorexia y la Bulimia según el DSMIV ( Manual diagnóstico y estadístico para los trastornos mentales) y el CIE 10 (Clasificación internacional de enfermedades) son:

DSM IV: CRITERIOS DIAGNOSTICOS PARA LA ANOREXIA NERVIOSA:

 

TIPO RESTRICTIVO: durante el episodio de anorexia nerviosa, el individuo no recurre regularmente a atracones o purgas.

TIPO COMPULSIVO/PURGATIVO: durante el episodio de anorexia nerviosa, el individuo recurre regularmente a atracones o purgas.

CRITERIOS DIAGNÓSTICOS PARA LA BULIMIA NERVIOSA:

1.- Ingesta de alimento en un corto espacio de tiempo ( por ejemplo, en un período de dos horas), en cantidad superior a la que la mayoría de las personas ingerirían en un período de tiempo similar y en las mismas circunstancias.

2.- Sensación de pérdida de control sobre la ingesta de alimento como por ejemplo, la sensación de no poder parar de comer o no poder controlar el tipo o la cantidad de comida que se está ingiriendo

TIPO PURGATIVO: durante el episodio de bulimia nerviosa, el individuo se provoca regularmente el vómito o usa laxantes, diuréticos o enemas en exceso.

TIPO NO PURGATIVO: durante el episodio de bulimia nerviosa, el individuo emplea otras conductas compensatorias inapropiadas, como el ayuno o el ejercicio intenso, pero no recurre regularmente  a provocarse el vómito ni usa laxantes, diuréticos o enemas en exceso.

En un diagnóstico de anorexia nerviosa, deben estar presentes todas estas alteraciones:

1.- Evitación de consumo de “ alimentos que engordan”.

2.- Vómitos autoprovocados.

3.- Purgas intestinales autoprovocadas.

4.- Ejercicio excesivo

5.- Consumo de fármacos anorexígenos o diuréticos.

Las consecuencias de estas enfermedades si no se tratan pueden ser:

La realidad muestra que el paciente no tiene conciencia de la enfermedad, no está interesado en curarse, no se sincera en cuanto  a sus síntomas y no cumple con las prescripciones médicas.

Los mitos que encierran la Patología Alimentaria refieren que solo existe en personas blancas de clase alta y no en países en desarrollo.

Los hechos muestran que está presente en muchas razas de diferentes países y en todas las clases sociales. El número de personas que sufren Bulimia y Anorexia aumenta día a día.

En cuanto al tratamiento de estas enfermedades, la mayoría de los expertos, piensan que la fórmula más efectiva debería pasar por tres fases:

1.- Buen conocimiento de los síntomas de estas patologías por parte de los médicos de atención primaria para que remitan a los pacientes que lo necesiten, a los centros de salud mental.

2.- Coordinación entre los servicios de Psiquiatría, Endocrinología y Pediatría en el tratamiento.

3.- Seguimiento ambulatorio constante del paciente una vez sea dado de alta.

Pero además, es necesario un tratamiento basado en la autoayuda y en una activa participación de la familia, de manera que se reestablezca la capacidad del individuo de comunicarse, ayudándolo a equilibrar sus emociones, y a proyectar su futuro, brindando las herramientas necesarias para el proceso de adaptación e integración al medio social y poniendo en orden sus hábitos para poder así facilitar el cumplimiento de las metas propuestas.

Ahora bien, para que estas enfermedades no se produzcan, es importante llevar a cabo la prevención primaria que debería realizarse sobre el individuo desde el ámbito familiar y escolar y desde la infancia, no tanto incidiendo sobre el conocimiento de las repercusiones negativas de los Trastornos Alimentarios como dotando al niño/a de habilidades para que analice los mensajes y los comentarios despreciativos sobre la imagen corporal basados en argumentos de moda.

Controlar los argumentos ridiculizadores sobre la corporalidad entre los compañeros y analizar con los alumnos que el sobrepeso, no es valorable desde la estética sino desde una óptica totalmente sanitaria. En definitiva, cambiar el concepto social de que es necesario, para ser mejor y más perfecto, estar delgado, cuanto más mejor.

Pero tenemos que hablar también de una prevención secundaria en la que entrarían:

         1.- Diagnóstico y tratamientos precoces.

         2.- Tratamientos correctos.

         3.- Dispositivos asistenciales eficaces.

La prevención terciaria por su parte, tiene que actuar:

         1.- En pacientes demostradamente resistentes al tratamiento.

         2.- Encamiarse a reducir las consecuencias más graves de los Trastornos Alimentarios.

Toda prevención, sea primaria, secundaria o terciaria, tiene que partir de una educación, educación que, tradicionalmente,  se ha considerado  como la solución a todos los problemas en los que estén relacionados valores y/o conductas, lo que lleva a decir que cualquier problema tiene una posible solución educativa.

En el caso concreto de la Salud, según la doctora Dª Montserrat Gallardo, la Educación para la Salud, se presenta como un modelo de intervención para la promoción de la Salud y, por tanto, como un instrumento de prevención tanto de la enfermedad como de hábitos incorrectos que pueden dar lugar a trastornos de la Salud.

La Educación Sanitaria es la base de la Educación para la Salud y consiste en la formación que dan los médicos y enfermeras en los centros de Salud a pacientes con enfermedades concretas.

Es una educación basada en el modelo informativo en la que se dan pautas acerca de cómo enfrentarse a la enfermedad y qué hábitos desarrollar para la consecución de la Salud, se basa en el desarrollo de hábitos y conductas concretas y es una información técnica.

Los principales objetivos de la Educación para la Salud son la prevención y la promoción de la Salud  tanto pública como privada; en otras palabras se trata de impulsar, a través de diferentes acciones educativas, la acción del individuo hacia la consecución del  bienestar físico, mental y social, para sí y para la comunidad en la que vive, no sólo con la intención de evitar la enfermedad, sino con el objetivo de lograr mayores niveles de bienestar.

No se trata tanto de dar conocimientos cognitivos sobre cómo enfrentarse a la enfermedad para volver a la Salud, sino dar información sobre cómo mantener la Salud, cómo promover un ambiente saludable, cómo adquirir hábitos de conducta adecuados para mantener la Salud, cómo desarrollar actitudes positivas hacia el cuerpo, la salud, la vida etc.

Estas circujnstancias pueden ser resueltas con un modelo de Educación para la Salud participativo y comunitario. Dicho modelo permitiría un desarrollo integral de la persona, considerada no sólo en su manifestación individual, sino como integrante de una comunidad en la que vive. EL modelo participativo-comunitario se basa en el desarrollo de la responsabilidad individual y social respecto a la Salud, la calidad de vida, el ambiente y el consumo, de modo que la Educación para la Salud se convierte en un proyecto de educación permanente a lo largo de toda la vida para prevenir y promocionar la Salud como uno de los derechos humanos fundamentales.