Se trata de preguntas que se hacen los padres en relación a cada uno de sus hijos: ¿qué clase de persona llegará a ser, a qué problemas se enfrentará en su búsqueda de la madurez, de qué manera tratará de resolver esos problemas?

Cuando el niño llega a la edad escolar, sus horizontes se agrandan y queda sujeto a influencias cada vez más amplias de los maestros, de los compañeros, de los libros y de la televisión.

No obstante, LA CLASE DE PADRES que el niño tenga y LAS CLASES DE RELACIONES que sostenga con ellos siguen siendo, para el niño común y corriente, los factores ambientales más importantes por lo que respecta  a la determinación de la clase de persona que llegará a ser, de los problemas a que se enfrentará en su búsqueda de la madurez y de las maneras en que tratará de resolver estos problemas.

Todas las demás influencias ambientales son mínimas en relación a la que ejercerá la manera de ser y la conducta de los padres  en la manera de ser del hijo.

Hasta tal punto esto es cierto que tú también comprobarás muy pronto que a partir del estudio de la personalidad del hijo puedes adivinar la conducta, y en gran medida, la manera de ser de sus padres.

Ahora no vamos a tratar sobre el factor diferenciador de la conducta de los hijos que constituye la influencia genética. Tampoco abordaremos la influencia diferenciadora de aspectos ambientales concretos como el sexo, el lugar que ocupa entre los hermanos, la edad, y otras variables que obligan a los padres a diversificar su conducta frente a sus hijos.

Nos referiremos ahora a las dimensiones generales de la conducta de los padres buscando un modelo teórico que nos resulte muy práctico.