
MCMXCI – Washington
-1999
TEMA: CIUDADES PARA EL DESARROLLO COMUNITARIO
| Es  evidente 
        que los procesos afines al Desarrollo Comunitario se facilitan si
        existe un contexto que los propicie y los refuerce. Desde este 
        punto de vista, defendemos que ésta es la base ideal 
        sobre la que debe asentarse cualquier forma de cambio social y
        que aunque esta no haya sido la práctica habitual, lo deseable es crear
        un clima social favorable al desarrollo, un estado mental propicio a
        formas alternativas de entender la realidad en un contexto que favorezca
        el aprendizaje de nuevos criterios, valores, actitudes y conductas. La creación de 
        un contexto educativo favorable al desarrollo comunitario debe
        ser un reto que cualquier organización, institución o persona 
        que se dedique a reflexionar sobre este trascendental tema debe
        plantearse, pues es la única forma de garantizar el éxito a la hora de
        buscar sistemas operativos que hagan realidad las propuestas teóricas
        existentes. No podemos seguir pensando, a la vista de las experiencias
        existentes y de los conocimientos acumulados en las distintas ramas del
        conocimiento relacionadas con este tema, que las comunidades que se
        involucren en un proceso de este tipo puedan alcanzar su máximo
        potencial en unas condiciones totalmente desfavorables al mismo, por eso
        es nuestra obligación propiciar  -recrear
        si es necesario- un contexto que lo favorezca. Cuando hablamos de contexto nos estamos refiriendo a
        todo lo que rodea esa comunidad. Nos estamos refiriendo a las
        influencias externas que reciben, a sus modelos mentales, a las
        exigencias de la sociedad en la que viven, a las expectativas de sus
        iguales, a los condicionamientos sociales, culturales o de clase, a las
        idiosincrasias nacionales y también, 
        a su entorno físico y natural. Un buen planificador del desarrollo no puede obviar
        estas circunstancias, debe analizarlas y buscar cómo adaptarlas o
        neutralizarlas, cómo hacer que no se conviertan en un obstáculo para
        el desarrollo de la comunidad sin caer en el desarraigo o la
        homogeneización, pues como resulta ya evidente, toda comunidad debe
        desarrollarse atendiendo a estos factores, con ellos y a pesar de ellos. Obviamente, con la mayoría de dichos factores esto sólo
        puede conseguirse con  la
        planificación de acciones encaminadas a trabajar la autoconciencia del
        grupo y de las personas de forma individual, a la comprensión profunda
        de su realidad y a la elaboración de un discurso alternativo que genere
        nuevas creencias y valores.  Sólo de este modo  se
        consigue que la comunidad modifique sus esquemas y modelos mentales, lo
        que hará que paulatinamente vaya transformando sus circunstancias al
        pensar de otra manera y creer en otras cosas. Ahora bien existe un factor que por manifestarse de
        forma principal en el plano material, 
        puede ser modificado o recreado a voluntad con un mínimo de
        requisitos salvo los económicos, nos referimos al entorno físico en el
        que la comunidad vive.  Desde
        nuestro punto de vista, éste tiene una importancia fundamental no sólo
        porque obviamente condiciona la  
        calidad de vida, sino porque creemos que por sí mismo deja una
        impronta en la forma más profunda en que la comunidad vive, se
        relaciona y evoluciona. El lugar donde un grupo humano vive dice mucho de sí
        y transmite un mensaje diario a los que por él transitan y a los que en
        él viven: socializa en las normas de la comunidad, señala sus
        prioridades, define su orientación y demanda una cierta actividad. Ese
        lugar hace que la persona se reconozca como parte de un grupo, apoya o
        rechaza unas determinadas tendencias, propicia conductas concretas,
        transmite una idea de lo que esa comunidad defiende y a lo que aspira. Desgraciadamente, esto no ha sido tenido
        suficientemente en cuenta a la hora de planificar el Desarrollo
        Comunitario,  pues no se ha
        valorado  la incidencia del
        entorno en los aprendizajes que en él –y a través de él- se
        realizan. Es fácil pensar  que
        si la planificación se hace contando con un entorno preexistente, éste
        no tenga por qué ser necesariamente afín a los objetivos de la misma y
        que lo más probable es que sea contrario a ellos de una forma no explícita
        pero persistente.  Atendiendo a esto proponemos que la Organización
        canalice sus Planes de Desarrollo Comunitario a través de entornos físicos
        específicamente diseñados para tal fin. Por lo tanto, encargo a la
        Dirección General de la Cancillería que nombre una comisión técnica 
        para estudiar una propuesta de diseño de un entorno específico
        que sea capaz de acoger y potenciar 
        procesos de Desarrollo Comunitario. Este entorno será completo y autónomo en sí mismo, se convertirá en un factor de enseñanza-aprendizaje y contará con todo lo necesario para que la comunidad desarrolle su existencia desde viviendas a instalaciones urbanas, pasando por recintos sociales acordes a las necesidades de la misma. Se diseñará a partir de directrices concretas que surjan de la conciliación de las exigencias propias de la dotación de un espacio para la convivencia de la comunidad, con las de los procesos de Desarrollo Comunitario que en él se implementen, de tal forma que sean mutuamente compatibles y coherentes y recibirá el nombre de Ciudades para el Desarrollo Comunitario. |