MCMXCVI/A – Tenerife – 1996

TEMA: FORMACIÓN PARA EL DESARROLLO

Celebrado el I Congreso Internacional de Estudios para el Desarrollo en marzo de 1997 bajo el título "Educación y Desarrollo: nuevas tendencias" se observó – y así se recoge en sus Conclusiones – la necesidad de apoyar procesos internacionales de educación para el desarrollo, adaptados a nuestros tiempos y a la evolución de los conocimientos sobre este tema.

Evidentemente, la demanda de una educación que contribuya efectivamente a la superación del subdesarrollo a través de procesos de concienciación masivos no sólo dirigidos a expertos o profesionales esto es, que trascienda el ámbito de las organizaciones e instituciones especializadas y se dirija al grueso de la población a través de procesos educativos formales, no formales e informales, parece ser el gran reto de nuestra época.

Ahora bien, asumir este reto implica comprometerse con un análisis exhaustivo del sentido y la finalidad de la educación para el desarrollo que reconociendo sus orígenes históricos esto es, respetando su sentido y razón de ser originales, supere su estancamiento en determinadas épocas o modos de pensar y proceder concediéndole así la oportunidad de ser dinámica y operativa.

Efectivamente, no podemos obviar el tiempo transcurrido desde que en los años setenta, como reacción al economicismo y como consecuencia del movimiento a favor del Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI) surge y se reafirma lo que hoy conocemos como educación para el desarrollo, pero tampoco podemos olvidar que el paso del tiempo ha puesto a nuestra disposición nuevos medios educativos y nuevas formas de analizar la realidad que necesariamente debe recoger la actual educación para el desarrollo.

Así, estimamos que la propuesta realizada durante la década de los setenta es la base necesaria para abordar nuevos planteamientos. Ciertamente, es imprescindible partir de nuestro pasado común en el que la educación para el desarrollo representó la entrada del pensamiento crítico en la educación en sus distintos niveles, incorporando una nueva lectura tanto de la realidad social, como de la propia realidad educativa. Es decir, es imprescindible seguir creando conciencia en contra del subdesarrollo en los niños, jóvenes y adultos a través de un análisis serio de la realidad en la que vivimos sacando a la luz las diferencias, las injusticias, los procesos de dominación y explotación sobre los que se basa nuestro modo actual de vida; así mismo, es imprescindible seguir estimulando la movilización, el posicionamiento y la acción en contra de este orden de cosas.

Ahora bien, todo esto debe adaptarse a los requerimientos de la planificación y el diseño educativos es decir, deben cristalizar en procesos de enseñanza aprendizaje intencionales y convenientemente programados. Considerando estas exigencias propias de la naturaleza misma de la educación y también, las nuevas variables aparecidas en los últimos treinta años parece indispensable replantear sobre la base expuesta la educación para el desarrollo.

Sin duda, una educación para el desarrollo que no termine por revelarse obsoleta, improcedente o inoperante requiere, admitiendo su sentido y finalidad, el estudio de los parámetros que en la práctica la condicionan: objetivos; organización, gestión, regulación; programación; definición de contenidos; métodos, medios y materiales educativos; actividades, evaluación; formadores, formación de formadores, perfil de los educandos; etc. pues de nada sirve definir un fin teórico claro si los medios operativos tergiversan el resultado final.

En este sentido, la O.M. La Cruz de Malta defiende una educación para el desarrollo que deje de ser minoritaria; que pase de ser una intención a ser una realidad, que vuelva a ser comprometida, dinámica; que no sea patrimonio exclusivo de ciertas organizaciones o ideologías; que deje de ser una excusa o la expresión de una buena voluntad nunca cumplida para convertirse en una fuente de nuevos valores que a través de una nueva ética transforme por fin, nuestra realidad.

Atendiendo a esto, insto a la Cancillería de la O.M. La Cruz de Malta a crear una Comisión de estudio de la Educación para el Desarrollo que analizando su naturaleza haga propuestas concretas que permitan su difusión y extensión.