MCMXCVIII/A – Nueva York – 98

TEMA: MEDIO AMBIENTE

El cuidado de nuestro medio es hoy en día una constante en las recomendaciones que desde todas las instancias se nos hacen; ahora bien, aunque gran parte de la población de nuestro planeta vive en un entorno urbano en el que casas, carreteras, fábricas, coches, chimeneas, aeropuertos... son su paisaje cotidiano, casi todas estas recomendaciones nos hablan del respeto y la conservación de la naturaleza, de los ríos, bosques y montañas, sin hacer constar la estrecha relación entre ambos. Esto con frecuencia genera falta de implicación de la población que incapaz de percibir las conexiones no sabe qué puede hacer desde su entorno cotidiano y opta por no actuar. Así, la militancia en el ecologismo se convierte en un movimiento social exteriormente crítico del que buena parte de la población se encuentra exenta.

Absuelta de su responsabilidad porque ya hay otros que protegen los mares, la fauna o la atmósfera, la ciudadanía de a pie se limita a repetir consignas en pro de la salvación del planeta mientras en su quehacer cotidiano contribuye inconscientemente a la destrucción sistemática de lo que le rodea.

Un ejemplo claro de esta conducta lo encontramos si analizamos los hábitos de consumo de la población y cómo estos repercuten en el medio ambiente, pues los productos que usamos en nuestro hogar o en nuestro lugar de trabajo con frecuencia, se convierten en residuos que de un modo u otro se vierten al espacio que nos rodea.

Efectivamente, el tratamiento de los residuos urbanos e industriales es uno de los grandes problemas que se nos presentan en la actualidad para proteger nuestro medio de las agresiones a las que lo sometemos diariamente, pues el no hacerlo o el hacerlo inadecuadamente contamina nuestro aire y nuestras aguas, deteriora el paisaje, destruye la flora y la fauna, afecta a la salud de los seres humanos, etc.

Tomando en consideración lo expuesto reitero la importancia de una educación para el desarrollo que se detenga en la educación para el consumo responsable e insto a la Secretaría Técnica de la Cancillería a crear una Comisión que investigue los daños que la acumulación o la destrucción de los residuos sólidos urbanos e industriales pueden ocasionar al medio en el que vivimos y que estudie soluciones para el desarrollo de procesos inocuos de transformación de los residuos que constantemente generamos que se integre en una concepción global de los problemas medioambientales. Así mismo, considerando que una de las limitaciones de este proyecto puede ser sus altos costos propongo que esta Comisión estudie también soluciones de carácter financiero.